¿Cómo interpretar el magnificat de forma correcta?

El Magnificat ha prosperado y ha sido mejor comprendido y apropiado en comunidades que siguen el principio lex orandi, lex credendi: la ley de nuestras oraciones es la ley de nuestra creencia. Esta estrategia, aunque insuficiente para toda la vida cristiana y la teología, está en la mejor posición para interpretar y aplicar aquellas partes de la Escritura que son en sí mismas oraciones.

Así como la lectura de una oración es insuficiente para comprenderla, el análisis superficial del Magnificat es insuficiente para comprenderlo. Entrar en el Magnificat como oración lleva al lector a un conjunto de relaciones, afirmaciones y anhelos que despiertan la curiosidad, calientan el corazón y convocan la voluntad.

Sitios web como este que ayudan a realizar la oración correctamente, permiten orientarse a fondo en esta temática, la cual puede ser un poco compleja al principio, pero una vez estudiada la forma correcta de interpretar el magnificat, resulta fácilmente comprensible como oración.

Interpretar el magnificat

A la hora de interpretar el magnificat hay que saber que esta oración no es simplemente una experiencia devocional. Rezar el Magnificat debería crear nuevas categorías de comprensión en nuestra mente y corazón. En la oración recibimos una invitación para venir y magnificar al Señor con María, para entrar en su historia, y a través de ella ver el corazón de Dios.

El preámbulo de la historia es un aprecio por la mujer cuyas palabras tomamos prestadas. El misterio del magnificat permanecerá cerrado para nosotros si nuestros corazones permanecen embotados ante esta notable, valiente y fiel joven mujer. Para decirlo de otra manera, María no es sólo un personaje bendito entre «todas las mujeres» en el Nuevo Testamento.

¿Cómo es que esta simple muchacha de Nazaret fue capaz de ofrecer el sí incondicional a la invitación de Dios cuando los profetas, sacerdotes y reyes no lo hicieron? La razón de ser radica en que mientras rezamos su oración imitamos su fidelidad, coraje y devoción, lo cual es precisamente lo que permite que María se destaque entre todas las mujeres.

Jesús en el Magnificat

En el centro de esta historia está el Dios de Israel, el Poderoso y Santo, que abunda en amor y misericordia. Este Dios ha hecho por su pueblo lo que prometió. En Jesús, el Mesías, el gran cambio de Dios se ha cumplido. En Jesús, vemos el inmenso amor de Dios por los marginados y su rechazo a adoptar las estrategias del poder coercitivo. En Jesús, vemos el pacto de Dios cumplido y su fidelidad extendida a las naciones. En Jesús, nos comprometemos a ver su generosidad y justicia en nuestros hogares, comunidades, culturas y naciones.

Autor entrada: redacciones